
por: Kevin Téllez
En un principio eran muchas,
tantas,
que se sentían familia,
hermanas.
Todas distintas a su manera,
formadas con tal cuidado
que suponían mayor esfuerzo
que una verdadera niña.
De plástico, porcelana,
incluso trapo.
Unas más frágiles que otras,
unas más vivas que muertas.
Sonreían, siempre
sin importar la ocasión,
su rostro inmóvil
no les permitía otra cosa,
pero su corazón tampoco.
No hacía falta dejar de hacerlo,
eran felices,
eran muñecas.